viernes, 10 de julio de 2015

Testimonio parto en casa Valentina Sáez

Antes de saber que estaba gestando nuevamente, soñé que paría en casa y que tu padre te recibía. Cuando supimos que venías ese sueño se convirtió en lo que quería que sucediera cuando llegaras a nuestros brazos. 
Y cuando ya se iba a cumplir una semana desde que se iniciaron las contracciones, una noche de luna llena marcaba el inicio de tu viaje.
Recuerdo despertar de un sueño en donde yo era tu cabeza abriéndose paso por mi cuerpo y sentir flujo entre las piernas. Aún no habían contracciones y llamé a Marta, la matrona y me dijo que esperara; le conté a tu padre y volvimos a acostarnos. 
Pasaron 15 minutos para que las olas poderosas se hicieran sentir; me levanté y fui a la cocina a buscar un trozo de chocolate y encender el calefont, sentía unas tremendas ganas de bañarme y cuando lo hice descubrí que las molestias de las contracciones disminuían con el agua caliente.
Volví a despertar a tu papá y comenzó a moverse para preparar todo, mientras yo me sumergía cada vez mas a sentir y vivir tu viaje dentro de mí, a moverme, vocalizar y disfrutar cada contracción. Acostada en el sillón, apoyada en la muralla, recibiendo los abrazos que tu padre me daba cuando pasaba por mi lado, sintiendo cómo la intensidad de las olas disminuía ante su presencia. 
No recuerdo cuánto rato pasó hasta que me metí en la bañera caliente y recuerdo haber vivido un momento de dolor al sentir frío, solo quería calorcito y a tu papá y a nuestra doula, Magdalena, que ya venia en camino.
Y así en la penumbra, en el agüita caliente me iba adentrando más y más en tu viaje. Las contracciones se hacían más intensas y seguidas, ponía mi cuerpo, mi energía absolutamente en sentirlas y al parar me entregaba al descanso absoluto. Pasado un tiempo y con nuestra Doula ahí a mi lado comencé a sentir mis caderas expandirse y qué rico era en ese momento sentir las manos de Magdalena presionándolas; hasta que con un movimiento de mi pierna hago que retire su mano. 
"Magda no puedo, no puedo! No sé cómo ponerme", "sí puedes, tu cuerpo sabe"... Me arrodillo en la bañera y meto la mano al agua, siento tu cabeza! 
"Magda viene el Luciano", "Diego, ya viene" y mientras anuncio tu llegada me vuelvo racional un momento y pienso en que Marta aún no ha llegado.
"Dile que venga no mas, lo estamos esperando", tu padre y su tono relajado que me hace volver a concentrarme en tu viaje, pero la racionalidad vuelve a aparecer con la adrenalina del momento y siento que tu cabeza queda ahí y no sigue descendiendo.
"Sáquenlo, sáquenlo por favor", "no, tú puedes, dale! Puja" y yo solo pensaba en por qué me decían que pujara si yo no hacia nada! Sentía que tú, cachorro bello, te nacías solo.
Suena el timbre, sale Magdalena a recibir a Marta y justo ahí, en el instante que ella sale, tú continuas tu camino hacia las manos de tu padre, quien te puso en mi pecho.
"Marta lo siento, no pudimos esperarte", eran las 8:43 cuando llegaste a nosotros, en silencio y con tus ojitos mirando todo.
La maravilla de re-nacer junto a ti, de sanar un parto violento, 
¡de parir con placer!

Escrito por Valentina Sáez.

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